La Rabia Como Medicina Sagrada: Cuando el Fuego Se Eleva, Recíbelo con Reverencia.

"Para las mujeres, la rabia suele ser la emoción que queda sin amar. Pero es la emoción que te liberará."
Mari G., desde el otro lado del silencio

La rabia como medicina sagrada

No sabía cuánta rabia había dentro de mí hasta que estuve sola. No sola como en soledad, ni abandonada—sino sola como en, segura para sentir. Por primera vez en mi vida, no había pasos que seguir, ni humores que anticipar, ni cascarones que pisar. Solo estaba yo …y el aliento que había olvidado que estaba conteniendo.

Y entonces, subió.

No fue suave, ni silencioso; me sobrevino como una ola inmensa.

Mi cuerpo se quebró y las lágrimas salieron con una furia ancestral. Lloré como si algo antiguo se estuviera desprendiendo de mis huesos. Lloré como si la rabia hubiera estado creciendo, encarcelada dentro de mí, por más de 25 años.

Como mujeres, nos enseñan que la rabia es peligrosa, fea, indeseable. Que nos hace ver locas, agresivas, inestables. Y entonces, aprendemos desde niñas a esconderla. La guardamos en rincones oscuros de nuestro cuerpo, donde solo se manifiesta como migrañas, nudos en la espalda, o llanto silencioso. O peor aún: la dirigimos contra nosotras mismas. Mi rabia, como la de tantas, se disfrazó de ansiedad, de depresión, de agotamiento profundo.

La sociedad puede tolerarnos tristes, cansadas o complacientes… pero nunca feroces, asertivas, fuertes o con voz propia.

Pero ahora—esta rabia se presentó desnuda y lista para hablar.

Era mi cuerpo diciendo: Merezco más.
Era mi alma gritando: Esto no está alineado.
Era mi espíritu, emergiendo desde las cenizas de tanto silencio y años de condicionamiento, declarando con fuerza: ¿Te acuerdas de mí?

Y ahora entiendo: la rabia no es un enemigo. Cuando se encuentra con reverencia, y se cuida con amor, la rabia es poderosamente transformadora.

Sí, hay una base biológica para esta rabia

Durante los años de la mediana edad, luchamos por comprender todas las formas en que nuestro cuerpo parece traicionarnos, olvidando honrar la belleza del cambio y la evolución. Todo lo natural en este mundo evoluciona, y nosotras no somos diferentes.

La perimenopausia afecta directamente los niveles de serotonina, dopamina y otras sustancias responsables de nuestro equilibrio emocional. Mientras nuestro cuerpo cambia, los niveles hormonales fluctúan, el estado de ánimo se vuelve montaña rusa, y el alma... arde. Pero esto no es una lección de biología—esto es un recordatorio de que cada ola hormonal lleva consigo un mensaje. Y estoy aquí para compartir cómo cultivar la autoconciencia durante este tiempo es esencial para comprender los mensajes más profundos que cada cambio nos entrega. No es locura. No es debilidad. Es evolución.

Los bochornos, los cambios de humor, los “¡ya no aguanto esta mierda!” no son síntomas de desequilibrio… son llamadas a sanar.

Juro que los bochornos son la rabia soltandose poco a poco en momentos que sienten sequros para hacerlo. Y puede que ni siquiera comprendamos inmediatamente por qué lloramos sin control, o por qué la forma en que tu pareja mastica la comida nos enfurece, o cómo es posible que de repente estallemos en risa en el peor momento. Todo es nuestro cuerpo haciendo lo que necesita para ayudarnos a re-cordar, para devolver nuestra atención a nosotras mismas, para recordarnos todas las emociones que ignoramos para proteger a otros. Y para empujarnos a cuidarnos.

Es el cuerpo recordándote todo lo que ignoraste por priorizar a otros.

Es la emoción que guardaste para no incomodar.

Es tu fuego interior diciendo: Ya basta.

Las hormonas pueden cambiar, sí. Pero también cambian los límites que ya no queremos comprometer. Los roles que ya no queremos desempeñar. El silencio que ya no estamos dispuestas a guardar.

Tenemos derecho a estar enojadas.

Tenemos derecho a tener rabia justificada.

Tenemos derecho a reclamar nuestro fuego.

Y cuando alguien te diga que te calmes o que seas más razonable, tú di: “No, mi amor. Por fin estoy dejando que mi verdad sea libre.”

Esto no te da derecho a descargar tu rabia sobre otros, pero sí te da la oportunidad de alquimizar esa energía para tu mayor bien.

No estamos hablando de rabia violenta

Aclaremos: NO hablo de rabia descontrolada que daña o explota hacia afuera. Hablo del tipo alquímico. La que hemos tragado y almacenado por años. Rabia con la que puedes trabajar. La que, al ser reconocida, puede transformarse en medicina sagrada y ayudándonos a transformar esta energía en luz sanadora.

¿Y exactamente para qué necesitamos esta “luz sanadora”?

Para sanar todas las heridas que quedaron abiertas, la duda y el odio hacia nosotras mismas, y todas las mentiras que llegamos a creer. Necesitamos esta luz para liberarnos porque merecemos vivir con fuerza, poder y plenitud. Necesitamos esta luz para iluminar el camino de regreso a nosotras mismas.

Tu rabia es tu verdad. Es tu guardiana de límites. Es tu fuego sagrado.

La magia de la mediana edad no siempre es suave y tierna. A veces quema. A veces ruge. Pero siempre te acerca más a ti misma si sabes cómo usar ese poder para sanar lo que necesita ser sanado.

Recuérdalo, amiga: ¡Eres mágica! Todo lo que necesitas para sanar ya vive dentro de ti. Aprende a usar tu poder para elevarte, no para destruirte.

Si alguna vez usaste tu energía para destruirte (como lo hice yo), imagina cómo se sentirá usar ese mismo poder para ayudarte a levantarte y re-cordarte.

Eres una alquimista—¡es hora de transformar!

A continuación, prácticas sagradas que me han ayudado a liberar, honrar y transformar la rabia en algo más poderoso: verdad, claridad y creación.

Rituales y Recursos Para Transmutar la Rabia

1. Escríbelo crudo

  • Sin filtros. Sin correcciones. Déjalo fluir. Quema la página si es necesario.

  • Escribe una “carta de rabia” a alguien que te lastimó—quémala en lugar de enviarla.

  • O: Escribe una carta desde tu rabia hacia ti. ¿Qué quiere que sepas?

Considera usar un diario o cuaderno y preguntas para reflexionar.

2. Muévelo Fuera del Cuerpo

La rabia necesita moverse para salir.

  • Baila: Pon una canción que encienda tu fuego. Deja que tu cuerpo lo libere.

  • Pisa fuerte: Descalza sobre la tierra. Cada paso, una liberación.

  • Yoga: Poses como la Diosa con un rugido primitivo pueden liberar la rabia.

  • Respira: El “aliento de fuego” puede ayudarte a procesar y liberar.

Considera un ritual de limpieza de energía o una pulsera especial que te ayude transformar la energía.

3. Terapia de Grito (Sí, en serio)

  • Grita en una almohada. En tu carro. Al viento.

  • Exprésalo con intención. Luego, respira profundo y suave.

  • Esto es expresión, no caos.

Considera una vela de calma y tranquilidad o una botella especial para la agua.

4. Ceremonias de Fuego y Agua

  • Escribe lo que te enfurece. Quémalo (¡con cuidado!) con una vela o cerillo.

  • Luego, límpiate: una ducha fría, un baño de sal o un buen llanto en la tina.

  • Deja que los elementos hagan su trabajo—transmutar.

Considera una mezcla herbal para bañarte, o una copalera con incensó para limpiar energía estancada.

Integración Suave y Apoyo
La rabia no es algo que simplemente “superas.” Es algo con lo que aprendes a trabajar. Aquí están unas maneras de integrarla con ternura y conciencia:

  • Nutrición: Alimentos refrescantes para equilibrar el fuego interno (¿agua fresca de Jamaica?).

  • Suplementos: Adaptógenos como ashwagandha, magnesio, y tés calmantes ayudan al sistema nervioso.

  • Canales Creativos: Pintar, bailar, escribir, dibujar, hacer collage—dale un nuevo lenguaje a tu rabia.

  • Practicantes de medicina holística y funcional pueden ayudarte con el lado de salud fisico y hormonal.

Y Por Último, Recuerda:

Tu rabia no es tu enemiga. Es tu reveladora de verdades, tu protectora de límites, tu fuego interior que se niega a dejarte conformar.

Que digan que eres demasiado intensa, demasiado emocional, demasiado enojada.

Tú sabes la verdad. La rabia es tu medicina. Siéntela, hónrala, libérala, transfórmala.

¡Espera a que vean cómo brillas!

Con fuego y alma,
~Mari~

 

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